«Soy del Ejército argentino y queremos invitarlos a ir una semana a la Antártida». Así comenzó el diálogo con un militar hace algunos años cuando yo era jefe de redacción de un periódico en Argentina; mis ojos se iluminaron, la sonrisa trataba de disimularla y ya me imaginaba cómo sería vivir en la Antártida durante una semana a 20 grados bajo cero, pero no todas iban a ser buenas noticias.

Habían pasado unas dos o tres semanas desde que me nombraran jefe de redacción del periódico, era época de vacaciones y el ritmo de trabajo era tranquilo hasta que entró el militar argentino que me explicó que por primera vez en la historia aborígenes americanos pisarían el continente blanco y que querían llevar a algunos medios de comunicación para que registren el hecho. Estaríamos una semana en la base militar Comodoro Marambio, conviviendo con investigadores, militares y una gran cantidad de científicos. Mi respuesta fue que el periódico aceptaba la invitación y que en un par de días informaríamos quién iría, aunque en mi mente ya me lo imaginaba.
No tardé ni cinco segundos en llegar a la oficina del director a contarle la noticia y a decirle que había decidido ser yo quien iría, pero inesperadamente mi jefe no pensaba lo mismo alegando que en ese momento había gente más inútil en la redacción y optó por mandar a un periodista que no servía para mucho sin que sirva de mucho que yo reclame, llore o me enfade.
Un mes después yo recibía información cómo ese periodista que no era yo había volado en un avión de carga, caminaba entre hielo y nieve, vestía de naranja y sentía cómo era dormir con fríos extremos. Yo trabajaba, envidiaba y pensaba que una de las mejores oportunidades de mi vida me la habían quitado de las manos.
Visitar la Antártida no es una tarea fácil; hacerlo durante una semana es prácticamente imposible para cualquier civil. El cupo de visitantes es limitado, hay que ir en barco y el viaje tarda casi dos día; no puedes quedarte mucho tiempo allí y puede costarte entre 4.000 y 30.000 euros, pero esos detalles os daremos en la próxima entrada.
RT @ElBlogdeViajes: Me ofrecieron un viaje gratis a la Antártida y no fui ¿sabes por qué? http://t.co/zn5hnGWS
Tuve la oportunidad de ir una semana a la Antártida… gratis!!!!! pero… http://t.co/jxe8uOZM
En @elblogdeviajes Cómo me perdí un viaje gratis de una semana a la Antártida http://t.co/c47Rw7rb
Siempre que leo Antártida me acuerdo de En las Montañas de la locura de HP Lovecraft
Pues la idea era ir a estar con científicos pero, eso sí, yo me quedaría en elñ refugio jijiji
Suerte que no vivo en Argentina, ni soy periodista y mucho menos «jefa de redacción», así evitaré que me pase lo que a ti y me de un patatús!!
Abrazos!!
la verdad es que no sé cómo aguanté, Mercè; aunque te aseguro que aun hoy no se me olvida ningún detalle de ese momento :(
Ohhhh!!!! Pero nunca es tarde… :D Algo parecido nos sucedió a nosotros hace unos años, ¿será posible? Pero mientras hay vida… Y hielo, hay esperanza de poner pie en la Antártida… Al menos, ¿el redactor prescindible aprovechó (y disfrutó) el viaje?
el «prescindible» se lo pasó pipa aunque siempre creí que si no iba no le cambiaría nada. Sabes que cuando te pasa algo así parece que es un desafío hacer ese viaje ¿no?
Cómo perdí un viaje gratis de una semana a la Antártida http://t.co/EIH06ZyA por @arolissimo ¡¡qué putada!!