Día 6: Solidaridad junto al Ganges

«Venga, Arol, que ya es la hora», me dijo Mirichán y tuve que saltar de la cama aunque el cielo aun estaba oscuro; no siempre me levanto a las 5 de la mañana para ir a navegar por el Ganges y ver cómo los hindúes se purifican. así, de madrugada, comenzó nuestro sexto día en India y terminaría mucho mejor.

Ganges
Ganges

A las 5.30 Sanyé nos esperaba en la puerta del hotel; él también estaba un poco dormido, su inglés no se entendía muy bien y al mismo tiempo masticaba tabaco así que casi sin entenderlo lo acompañamos a orillas del Ganges, o «Ganga», como le dicen aquí donde nos esperaba «Pintu», una especie de socio que tiene y que entre los dos remaron la barca para que durante dos horas naveguemos por las costas del río.

Al tiempo que se iba asomando el sol y un cuerpo se cremaba a lo lejos, los hindúes normales mezclados con varios monjes iban bajando al río para purificarse, rezar y algunos incluso para lavar la ropa (aquí hay para todos los gustos) y si a las 5.30 de la mañana eran unos pocos, aquello estaba colmado de gente un par de horas después.

Terminamos nuestro recorrido y fuimos a desayunar. Mirichán no se recupera del estómago así que tomó el desayuno más pobre del mundo: 4 tostadas y un poco de agua fría. Por lo menos mantiene la sonrisa, no tiene fiebre ni está palida y me hace pensar que irá mejorando con el paso de las horas.
Ese día, a las 13.30 teníamos una cita importantísima así que descansamos un poco y a eso de las 13 salimos y cogimos un rickshaw para que nos lleve un par de kilómetros, llegamos a una zona donde estas bicicletas con carro ya no pueden entrar y apareció un hombre que nos guiaría hasta donde queríamos ir. Lo seguimos y nos metimos por una decena de calles estrechas, dimos vueltas en círculos, nos cruzamos con once vacas y ocho perros (los conté!) pero finalmente llegamos, estábamos en la sede de la ONG «Semilla para el Cambio».
si bien ya hablaré en otra entrada sobre esta organización, a modo de resumen puedo decir que es una ONG fundada por María, una gallega que hace tres años vive en Varanasi y trabaja con apoyo escolar a niños y generando fuentes de ingresos a madres que trabajan pintando seda.

Semilla para el cambio
Semilla para el cambio

María, junto a Belén (la responsable de comunicación) y dos voluntarios más (todos españoles) nos invitaron a comer y después nos llevaron a visitar dos escuelas donde están escolarizando a niños para luego trasladarnos a otra zona de la ciudad y ver otra escuela más donde trabajan y finalmente conocer al grupo de mujeres que trabajan con la seda. Nos fuimos de la ONG con ganas de dar un aplauso, con la emoción en forma de brillo en los ojos y con las ganas de colaborar como se pueda con ellos.

Y como el día no termina hasta que llega la noche, después de cenar (muy temprano) caminamos un par de calles para ir a escuchar música tradicional india donde un señor con un par de tambores pequeños, uno con una zitara y otro con diferentes flautas nos dieron un espectaculo con un ritmo atrapante. Fue una buena forma de terminar el día y pensar en una jornada de relax que llegaría al día siguiente.

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